domingo, 14 de noviembre de 2010

Historia de las conspiraciones en Tarragona, 1811 (2ª entrega)

Louis González de Aguilar, marqués de Campoverde, Una actuación impresentable.

El marqués era el comandante en jefe de Cataluña, el día 10 de Mayo llegó a Tarragona con 2000 soldados para defender la plaza, pero no es eso lo que hizo realmente.
La Junta Superior de Cataluña le comunicó con un oficio lo siguiente: "Una persona de alto carácter, colocada en uno de los primeros empleos de Francia nos comunica que Tarragona debería ser entregada a traición el día de San Juan lo mas tarde"
¿Y qué hizo la junta después de comunicar este oficio al Marques?, sencillo, desaparecer del mapa. El día 18 de mayo, en pleno asedio, alegando motivos de seguridad, abandonó la plaza en la fragata Mercedes rumbo a Vilanova i la Geltru.
A mi entender, un acto de cobardía, pero no acaba aquí el manoseado asunto. 
El antiguo acueducto que abastecía de agua el fuerte del Olivo se encontraba custodiado por varios pelotones de Húsares de Granada, el ejército que se trajo consigo el marqués, pero pocos días antes del 28 de Mayo fueron retirados y desplazados en otros puntos de las murallas, dejando el acueducto a merced de los franceses para introducirse en él y colarse en el interior del baluarte, como así hicieron. Es curioso que después de abandonar la custodia del acueducto se diga que un ingeniero italiano, un tal Vaccani a las órdenes de los franceses se percató de que era posible acceder al interior del fuerte utilizando esos conductos de agua. Eso unido, como hemos visto en el capítulo anterior, al bando emitido por el marques donde informaba del cambio del relevo del fuerte derivaron en la pérdida del famoso baluarte.
Pero si todo eso resulta un tanto extraño más lo es que tres días después de la perdida del fuerte del Olivo, el marqués convocara un consejo de guerra, donde nombro como gobernador de la plaza a Juan Senén Contreras, un recién llegado, y cesara a su amigo Juan Caro, ordenándole salir de la plaza para buscar refuerzos. Si la cosa se hubiera quedado ahí podríamos alegar motivos de inteligencia militar, pero es que el Marqués, el mismo día 31 de Mayo cuando Tarragona acaba de perder el fuerte del Olivo, cuando se tenía constancia de que iba a ser entregada la noche de San Juan a traición al ejército imperial y cuando los franceses avanzaban en las obras del arrabal, el marqués toma la decisión de abandonar la plaza, pero no se va solo. Consigo se lleva a todos sus generales y oficiales de alto rango y prácticamente a todo su ejército, dejando unos pocos soldados al mando de sargentos, tenientes y pocos oficiales más, eso sí, prometió volver con un  grandioso ejercito mas potente para ayudar en la defensa de Tarragona. ¿Tú volviste?, él tampoco.
Lo gracioso del caso es que al abrigo del ejército español que abandonaba sus posiciones de defensa en Tarragona, se fueron los habitantes principales, esto es, gente pudiente, de mucho dinero que pudieron salvar sus vidas a cambio de una fuerte contribución. Las puertas de la plaza se cerraron y salvo esos privilegiados, notarios, comerciantes, el resto, el pueblo llano, permaneció en su interior defendiendo la ciudad.
¿Acaso no es extraño que las autoridades, Junta Superior de Cataluña, el ejército y sus generales así como los habitantes principales de Tarragona la abandonaran para no volver?.

... continuará


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