lunes, 30 de enero de 2012

La guerra del francés, los secretos de una novela histórica



El escritor Amando Lacueva nos revela cómo llegó a escribir su última obra “La Guerra del Francés. La marca del traidor”. Una novela histórica que narra el asedio y asalto por las tropas del general Suchet a la ciudad de Tarragona a principios del siglo XIX.

La guerra de los afrancesados/ Foto: Artehistoria
Me preguntas qué fue lo que me impulsó a escribir La Guerra del Francés -La marca del traidor-. Te diría que lo ignoro, aunque tal vez falte a la verdad. Lo cierto es que fue simplemente la curiosidad. Yo andaba por entonces escribiendo otra obra, que debido a la histórica, todavía no he concluido, y tardaré en acabarla, pues motivado por las múltiples peticiones y el éxito que está acaparando, he decidido escribir la continuación de la misma.

No hubiera siquiera empezado a escribirla a no ser porque mi curiosidad me sumergió entre manuscritos, crónicas, libros, bibliotecas y un sin fin de documentos que, poco a poco, iban creando en mí una necesidad. Todo lo que descubría me indignaba profundamente. Primero fue sentir una profunda animadversión hacia las tropas imperiales al mando del mariscal Suchet, después de leer las atrocidades perpetradas contra la población civil. Muchas de ellas narradas en primera persona, escritas por supervivientes del pequeño holocausto vivido por los habitantes de Tarragona y enterradas en los rincones más ocultos y recónditos que puede albergar un museo, como el Museo de Historia de Tarragona. Sin embargo, a medida que proseguía con mi labor de investigación, esa repulsa se dirigió hacia las tropas regulares que por aquellos entonces comandaba Luis González de Aguilar, más conocido como el marqués de Campoverde.

Rebusqué sobre literatura, para no pecar de escribir sobre algo que ya hubiera sido publicado con anterioridad. Para mi sorpresa, no encontré absolutamente nada, algo que me extrañó, pero lo más desconcertante resultó ser que no había nada que recogiera los hechos ocurridos durante el asedio y asalto a la ciudad, me refiero a libros de texto o simplemente, estudios reglados que se ocuparan dentro de un contexto histórico de lo acaecido doscientos años atrás en la bella ciudad costera.

Las únicas referencias se limitaban a unas pocas palabras. “El cinco de mayo de 1811, Suchet inicia el asedio a Tarragona. El 28 de junio de 1811, las tropas de Suchet toman la ciudad” Esas son las escasas referencias históricas que encontraréis en cualquier libro de texto, y eso, con suerte.

No voy a destapar lo difícil que resultó mi labor de investigación, pues como te explico, no había información por ningún lado, así que sólo quedaba desempolvar antiguos manuscritos y empaparse de oficios, cartas, órdenes, crónicas, diarios y un largo etcétera de la época.

Cuando hube asimilado la información, pues desconocía totalmente nada sobre La Guerra de Independencia, por muy cercana que nos pueda parecer, y después de digerir la indignación por lo leído, comprobando con minuciosidad que nunca nadie se había atrevido a hablar alto y claro sobre lo que allí acaeció, viendo el enorme material que tenía en mis manos, las revelaciones que podía mostrar a todo el mundo que me leyera, las traiciones perpetradas, la valentía de los vecinos de la urbe, la cobardía de las tropas que vinieron de toda España a defenderla, no dudé un instante en novelar la historia de la forma más rigurosa que me fue posible, sin olvidar el horizonte de hacerla amena, atractiva, instructiva si cabe y sobre todo, que estuviera dotada de todos los elementos que he aprendido a lo largo de los años que me he dedicado a la escritura, como suspense, acción, aventura, enamoramientos,…

Para ello tuve enormes problemas. Ante mí se abría un enorme reto. Deciros que nunca hasta ese momento había escrito sobre el género histórico, por lo que me resultó enormemente difícil. Me rodee de una decena de lectores, y los primeros borradores acabaron todos en la papelera, pero no desistí. Me dije a mí mismo, que sería un cobarde si renunciaba a ella. Después de tomar nota de las muchas sugerencias de mis acólitos lectores, a los que agradezco su dura y férrea crítica, dejé reposar las ideas, necesitaba aislarme y ver con claridad dónde fallaba, así que, la inicié de nuevo.

Las primeras cien páginas que repartí nuevamente entre mis amigos fue un duro examen. Algunos tardaron hasta un mes en responderme, pero ya las primeras impresiones  del resto me alentaron a seguir con el hilo que había hilvanado. Me había metido en la obra, en sus intrincadas conspiraciones, en la piel de los personajes. Cerraba los ojos y transitaba por las callejuelas, visitaba los figones, bebía aguardiente con ellos y fumaba brevas con un sabor horroroso. Llegué a percibir el olor a pólvora quemada, a orines y heces, a sentir la traición en mis carnes, a combatir cuerpo con cuerpo con los guerrilleros catalanes por defender la ciudad. Conviví al raso con un pellejo de vino, despellejando con la cabritera a los odiosos invasores.

Viví la cobardía de los mandos de los soldados, la arrogancia y el desprecio,… creo que lo que animó a proseguir con la obra, fue que me sentí uno más, luchando por unos ideales que hice míos. Solo me bastaba cerrar los ojos y escribir. Me convertí en un cronista, como si la estuviera viviendo en esos instantes y yo solo fuera, a través de mi personaje El Mellado, el verdadero protagonista. Cuando la acabé, únicamente la hice llegar a dos lectores de los diez que me asistieron durante casi dos años, siempre hago lo mismo, los dejo sin que conozcan el final, llámame retorcido. Se las entregué un viernes. El lunes los tenía en mi despacho a diferentes horas. Ambos para mi asombro, me felicitaron. Se la habían leído en 48 horas, en un sencillo y pacífico fin de semana, los dos., sencillamente, no pudieron parar de leer hasta llegar al final.

Ya no tenía dudas. Ellos estaban encantados y no es necesario repetir elogios que sólo alimentan mi ego.  Yo me sentía tremendamente satisfecho con el resultado. La introduje en un sobre y la entregué en mano a una editorial de la ciudad. Eso fue el mismo lunes, el viernes me llamaba el editor, se la había leído entera. Me dijo: Tienes editor.

Texto de Amando Lacueva.

Detalles del autor: 
Amando Lacueva es un novelista español nacido en Hellin (Albacete) que reside en Tarragona. Ha cultivado el género histórico y publicado varias novelas como “Las líneas del Tiempo” y “El sexto Sol”. “La guerra del francés. La marca del traidor” (Ed. Citerior, 2011) es su última obra y puede conseguirse en la mayoría de las librerías españolas o por Internet.



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