Encuadernación: Tapa blanda
Precio: 19.00 euros
ISBN: 978-84-938677-0-6
Páginas: 430
SINOPSIS:
Diciembre de 1810, en un amanecer nublado un maestrante cabalga por el camino de Constantí en dirección a la plaza de Tarragona, cuando unos bandoleros le asaltan robándole los pliegos que obran en su poder; ante la llegada de una partida de somatenes, con Mingo Prats a la cabeza, los asaltantes dejan a su presa más muerto que vivo en la ladera del camino. Días más tarde se celebra una reunión furtiva en una casona abandonada a las afueras de la ciudad entre un comisionado enviado por las Cortes de Cádiz y el Presidente y Secretario de la Junta Superior de Cataluña. Se ha corrido la voz que la traición se cierne sobre la ciudad amurallada, junto con Valencia y Cádiz, uno de los pocos bastiones que aún quedan libres de una España tomada y asediada por el ejército imperial napoleónico. A Cádiz han llegado rumores de que el 24 de junio de 1811, Tarragona, con el beneplácito y ante la total inactividad de los barcos de la armada inglesa, al mando del comodoro Codrington, que vigilan las costas catalanas; uno de los tres baluartes libres que quedan en la península, abrirá sus puertas al enemigo. En una ciudad plagada de agentes extranjeros tanto franceses cómo británicos, traidores, espías, delatores, chismosos, y gentes que venden sus secretos al mejor postor, sólo uno; el agente francés al servicio de Napoleón, el portador de la marca del traidor en su pecho, será el artífice de toda la trama y el mayor responsable de la caída de la ciudad. Pero un grupo de valientes: milicias urbanas (migueletes), algunos miembros del ejército, un grupo de somatenes y la mayoría de la población civil lucharán hasta el último aliento por su ciudad y por su libertad.
RESEÑA:
“Me encontraba como digo, ajeno a las intrigas de traición que se cernían sobre la plaza, cuando en un lugar abandonado, a pocas leguas de la ciudad, tuvo lugar un importante encuentro entre los miembros de la Junta Superior de Cataluña y un comisionado, capitán de alabarderos dijo ser, enviado por las Cortes de Cádiz, encuentro que tuvo lugar a petición de los primeros, quienes ya tenían juicio de la ruin perfidia que acechaba a la cuidad”.
Así nos da la entrada Jordi “El Mellado”, uno de los protagonistas de esta novela que hace las veces de narrador. Cada dos o tres capítulos, este entrañable personaje pone voz a la novela y nos va adelantando sutiles pistas para adentrarnos en los hechos que narran los siguientes capítulos.
Tengo que decir que de todo lo que he leído últimamente esta obra me ha sorprendido gratamente. Habitualmente leo mucha novela histórica, ya que es mi género favorito, y es muy extraño que alguna me decepcione; pero también es muy extraño que alguna —con todo lo leído— me sorprenda.
“La Guerra del Francés. La marca del traidor” de Amando Lacueva lo ha hecho. En primer lugar me ha sorprendido la forma de narrar los hechos, utilizando en todo momento el presente para meternos de lleno en unos sucesos ocurridos hace doscientos años, algo que nos da sensación de cercanía, como si todo lo narrado estuviese ocurriendo ahora y ante nuestros ojos, en lugar de haber sucedido doscientos años atrás.
En segundo lugar sorprende esa cuidada descripción, tanto de la vestimenta de la época, como de los rasgos físicos de los personajes, mezclándolos con sus pequeños dejes, manías, vicios, expresiones de vocabulario, etc. Será muy difícil que cuando pase el tiempo y recuerde esta novela, no evoque al entrañable Mingo Prats, somatén de Constantí y su inevitable y siempre presente “¡recollons!”, o que pueda separar a Aguirre, el secretario del comandante militar de la plaza el marqués de Campoverde, de sus estornudos acompañados del enorme pañuelo que siempre guarda en la bocamanga y con el que se limpia su nariz roja, o las salidas y expresiones dialogadas plagadas de humor ácido del orondo y reumático capitán Espasa, que hasta consiguen hacer aflorar una sonrisa pese a la situación tensa y dramática . Es imposible que ante este magnífico trabajo de documentación y ambientación los personajes no nos resulten creíbles, tan creíbles como la forma de vida de aquella época.
El autor nos va mostrando los personajes como si de un escenario se tratara; entran y salen, se pierden y reaparecen en cada cuadro pincelado, hasta que nos va recreando en la trama, como si al final estuviésemos contemplando una obra teatral, mientras que a la vez es imposible perderse y no participar en el hilo de la acción.
La novela está estructurada en capítulos, por lo general, cortos, a nos ser que la parte narrada sea más intensa y requiera un poco más de espacio, y esto es de agradecer, ya que para mi humilde opinión los capítulos cortos agilizan la lectura. Como ya he dicho anteriormente cada dos o tres capítulos, el personaje narrador; Jordi “El Mellado” a través de sus recuerdos, del o que vio y vivió, nos hace una pequeña introducción, anticipándose sutilmente a los acontecimientos, pero sin desvelar nada primordial de la trama, actuando simplemente para guiar un poco la acción y encaminarnos al fondo principal de lo que se va desarrollar en el siguiente pasaje y dejando todas las aclaraciones al segundo narrador de la novela, un narrador que nos cuenta lo sucedido desde fuera y sin que deje patente en ningún lugar que fuese testigo presencial.
La prosa está narrada de forma precisa, sencilla, utilizando vocablos y expresiones de la época; pero, que en ningún momento suponen ninguna traba para el lector.
Algo que tengo que destacar son los diálogos, ágiles y además muy trabajados, tanto en cuanto, se muestran claramente las diferencias en el vocabulario de los personajes, no es lo mismo cuando quienes nos hablan son personajes principales de la ciudad, altos cargos militares; o, por el contrario, los que hablan son gentes del pueblo llano, somatenes, mozos de figones, pescadores, etc.
Tras haber leído anteriormente un par de libros donde las tramas se complican con subtramas ramificadas, hasta el punto de que aquello se asemeja más a un árbol que a una novela; y donde los hilos son fáciles de perder al lector; es muy agradable adentrarse en una obra donde todo apunta a la misma trama central, donde personajes y argumento van encaminados al mismo final común, un final que, aunque esperado; todos sabemos como acabó Tarragona, para eso basta con leer e investigar en documentos y algunos libros de texto, no deja de sorprender.
Quien piense que “La Guerra del Francés. La marca del traidor” es sólo una parte de historia novelada, está muy desencaminado, “La Guerra del Francés” es además, un libro de aventuras, un libro de acción y, sobre todo de intriga y suspense, donde tras cada renglón, el autor nos va desentrañando una trama compleja para al final, en los últimos momentos y midiendo perfectamente los tiempos, darnos la solución a todo ese laberinto de intereses creados y nada literarios, por desgracia fueron muy reales.
En una ciudad traicionada no se puede pasar por alto el valor de un puñado de hombres que, abandonados por sus mandos superiores —tanto civiles como militares— Aquello que decía Pérez Galdós en su novela “El Abuelo”: “El honor señor conde, es una soberana mierda” queda totalmente relegada a ese tipo de honor que preconizaba el Señor Conde de Albriz. Entre las páginas de esta novela se demuestra que el honor, ese honor que nos lleva defender a nuestra familia, a nuestros vecinos, a nuestros amigos, a quienes vemos sufrir bajo cualquier tipo de opresión, propia o ajena, es la marca que distingue a los hombres de valor y de corazón.
Ya en la parte editorial no puedo dejar pasar el tipo de formato de libro, muy cómodo de llevar, con un tipo de letra que facilita la lectura, además también son muy de agradecer esos planos, mapas e ilustraciones de la época en blanco y negro de los lugares donde se desarrolla la acción. También me ha parecido curiosa y muy decorativa esa flor, esa violeta, la marca tatuada del traidor que adorna el inicio de cada capítulo.
Desde luego sí hay que señalar algo negativo, todas la obras tienen su parte oscura, sí tengo que ser totalmente sincera; sólo puedo señalar dos cosas. Primero, he detectado un par de gazapos, con toda seguridad debido a algún error de impresión; pero que seguramente serán subsanados en una próxima edición, pero tan poco sustancioso que no desvirtúa para nada el fondo y el valor literario de la obra. Y segundo, esta lectura es una lectura densa, hay que empezar a leer despacio y con cuidado, sobre todo los primeros capítulos, donde se nos van presentando todos los personajes, es fundamental no perder el hilo inicial; para que luego la lectura se vaya desarrollando de una forma mucho más fluida. Pero no me cabe duda de que esto puede ser para los lectores un aliciente. A nadie le gusta que se lo den todo completamente triturado, ¿verdad?
Para mi humilde opinión, este es un gran libro, respaldado por un trabajo intenso que merece la pena leer, saborear y sobre todo recrearse en los rincones de una ciudad que, a una servidora, que aún no ha tenido el placer de visitar, le han entrado unas ganas enormes de conocer.
Os dejo el enlace a una entrevista realizada al autor, donde habla de su novela.
Tomarè nota para pròximas lecturas....Muchas gracias.
ResponderEliminarun fuerte saludo
fus