Fray Cipriano es un páter capuchino. Reside en el convento del Arrabal o ciudad Baja, junto al puerto, pero pronto será reconvertido en hospital de sangre. Aprovechando la llegada del padre Coris del oratorio de San Felipe Neri, de Cádiz y hábilmente manipulado por Ixart, subirá a la tribuna y arengará al gentío en contra de O'Donel por su estricta política de levas y lanzará vítores en favor de Campoverde. Ese será motivo suficiente para que sea vigilado constantemente por los alguaciles y la policía de la plaza. Su crimen no es otro que el oponerse a la entrega de la plata de los conventos a la fábrica de la moneda para que acuñen pesetas.
Pero su vida corre un serio peligro. Un accidente le ha llevado a ser observador de varios hechos, uno, el asesinato de dos sayones que pretendían acabar con la vida de unos jóvenes de la ciudad y que abrigaban el espinado del dela Gaceta, y el segundo, conocer lo que encierra en su pecho Ixart, el impresor, y todo por querer salvarle la vida. Pero su paternidad aguarda en una celda el golpe final de la mano del mayor asesino a las órdenes de Bonaparte que ha pisado Tarragona.
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