martes, 30 de noviembre de 2010

La verdad de la traición

Imagino que la trama viene de lejos. Yo me he dedicado a estudiar con profundidad seis meses de la historia de Tarragona y los datos obtenidos son alarmantes con referencia a las maquinaciones y traiciones que sufrió la ciudad.
Vamos pues a poner cronológicamente el resultado de mis averiguaciones:

Primera.- A principios de enero de 1811, unos soldados se encontraban en La Bisbal adquiriendo ganado para el ejército imperial que se encontraba bajo las órdenes del mariscal Magdonald. Cuando iban a abandonar el obispado con las cabezas de ganado adquiridas, como despedida le dijeron a uno de los curas que el ejército bonapartista haría su entrada triunfal en Tarragona la noche del 24 de junio de 1811, esto es, con seis meses de anticipación.

Segunda.- El día 27 de mayo de 1811, el comandante en jefe, marqués de Campoverde, emite un bando que se publica en la ciudad y se engancha en los portones de los edificios indicando que el cambio de guardia del fuerte del Olivo se realizaría a las 9 de la noche. El retén de Iberia, compuesto por 1200 soldados iba a ser reemplazado por los de Almeria. Ese bando no tiene precedente alguno en la historia militar, máxime cuando era conocido que la ciudad se encontraba atestada por espías imperiales, simpatizantes, afrancesados y agentes franceses.

Tercera.- Ese mismo día, el comandante en jefe destinó a unos soldados que custodiaban los conductos de agua que llevaban al interior del fuerte del Olivo a otros lugares de la ciudad, dejando al descuido las tuberías. Según recogen las crónicas, con la orden de que anegaran los caños, pero esa orden no se cumplió.
Cuarta.- De forma incomprensible, a las nueve de la noche, cuando los soldados del regimiento de Almería iban a realizar el relevo, se mezcló con la tropa los soldados enemigos, amparados en la oscuridad de la noche y aprovechando que el uniforme era muy similar. Los mandos alegaron que fue posible dado que el camino cubierto por el que transitaban y que unía Tarragona con el citado fuerte tenía deficiencias y se encontraba en mal estado, por lo que resultó sencillos a los soldados franceses franquearlo y mezclarse con los españoles.
Quinta.- Una vez mezclados con los soldados españoles, alcanzaron la gola del fuerte, o lo que es lo mismo, los portones de entrada. Llamaron a los centinelas y les dieron el santo y seña correcto, por lo que los guardianes del fuerte abrieron las puertas permitiendo la entrada de los franceses. Los imperialistas aprovecharon el desconcierto y penetraron en el fuerte, tanto por los portones abiertos como por los famosos conductos que ya carecían de protección y que no habían anegado los españoles.
Sexta.- Campoverde, después de haber perdido el fuerte del Olivo, convocó un consejo de guerra en el que, según indican los cronistas, aconsejado por personas de su entorno que no eran de militares ni consejeros, adopto la decisión de abandonar la plaza con todo su ejército con la intención de hostigar y romper el cerco francés desde el exterior. Cuando abandonó la plaza prometió una y mil veces que regresaría para protegerla y salvarla. Nunca cumplió su promesa.

Septima.- No contento con abandonar la plaza y dejarla practicamente desprotegida, llegaron unos soldados de Valencia como guarnición para Tarragona enviados por el gobernador de Valencia, Enrique de O'Donel. Campoverde ordenó que los mejores salieran de Tarragona y se reunieran con él a las afueras, concretamente en El Rourell, cerca de Valls, donde tenía a todo su ejercito, a escasos 18 kilómetros de la ciudad.

Octava- Cuando las tropas comandadas por Habert hostigaban el arrabal o ciudad baja, lograron instalar una batería de dos cañones a escasa distancia de las murallas. Desviaron el fuego hacia el mar, donde se encontraba la armada inglesas, nuestros aliados y que tenían la orden de bombardear las obras bonapartistas. Esos dos cañones obligaron a retroceder a la armada inglesa. Toda la flota huyo y se refugio en la playa del milagro.
Novena.- El 24 de Junio, el brigadier Pedro Sarsfield que se encontraba con 2000 soldados defendiendo las murallas del arrabal, abandonó la defensa de la plaza. Lo hizo con un pasaporte firmado por Juan Sénen de Contreras, el gobernador militar de la plaza. El abandono del lugar provocó la perdida inmediata del fuerte del Francolí, marcando el principio del fin de la ciudad.

Décima.- Por si eso fuera poco, los franceses, libres de Pedro Sarsfield y de la armada británica, abrieron brecha y penetraron en la ciudad baja, pero sorprendentemente lo hicieron por la retaguardia, es decir, por la entrada del fuerte, todo indica que existía un rastrillo que impedía el paso de los militares franceses, pero ese rastrillo, en lugar de permanecer cerrado, se encontraba abierto.

Undécima.- Dado que Campoverde no acudía a la plaza, el mariscal Juan Sénen de Contreras convocó con los pocos generales y oficiales que quedaban de guarnición en Tarragona un nuevo consejo de guerra. Durante el transcurso del mismo se personó un enviado de la Junta con un oficio. En el oficio se solicitaba a Contreras que dado el inminente asalto por parte de las tropas francesas, abandonara la ciudad y salvara a los soldados.
Duodécima.- Contreras manifestó su acuerdo con el oficio de la junta e ideó un plan, a espaldas de la población de la ciudad para abandonarla. Dejó una misiva dirigida a Suchet para que tratara a los ciudadanos de Tarragona con humanidad.

Decimotercera.- El mismo día 28 por la mañana, día del asalto. Surgió de la plaza un emisario dirección a Constantí, lugar donde Suchet tenía su cuartel general. Acabada la reunión el general francés manifestó a sus oficiales que esa noche entrarían en Tarragona, como así sucedió.



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