Arnau, el rapabarbas.
Tiene su negocio en la plaza de la Font y sus cuatro paredes son lugar de encuentro de personajes singulares. Emile, el señor comisario, le visita cada mañana para que le rasure la jeta y de paso, el gendarme se entera de los pormenores que suceden en la ciudad. Muchos le tienen por un caragirat. Pero quién sabe realmente qué o quién es Arnau. En ocasiones realiza algún encargo para el señor comisario, cierto, individuos molestos que debe acallar, y lo hace para recibir los favores del gendarme. Gracias a la intervención del señor comisario logró salvar el pescuezo, pues en uno de los registros de los fusileros italianos encontraron navajas barberas en su vivienda, y eso es un delito castigado con la horca.
En otras, acompaña a los brigants y somatenes en sus incursiones y sabotajes, y en otras,... pero sería largo de explicar.
El rapabarbas, o sangrador como le llaman en ocasiones, guarda secretos difíciles de desvelar. Un opaco manto envuelve su existencia entre las paredes de su negocio y la pequeña rebotica separada por unas colgaduras que se encuentra ubicada en la parte trasera del mismo. Pero su misión, es conseguir un recibo, un documento firmado en su día por un hombre al mismo barón de Eroles y de quien recibió un regalo que ahora le incrimina. Todo el mundo anda detrás de ese pliego que desvelará la identidad de un traidor al imperio, un traidor que colabora con las fuerzas de resistencia en la sombra.
Solo Arnau conoce su verdadera identidad, y hará lo posible para que no caiga en manos de Caliani ni del gobernador Bertoletti. ¿Entonces, quién es el verdadero Arnau?
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